30 oct 2017

EL ADIÓS DEL VELERO...

...QUE EL PUERTO DEJÓ
La luna se paseó por la playa
y no vio estrella alguna,
ni olas que las crearan
a chocar con roca dura
y transformarse en espuma.

La luna se paseó por la playa 
era una noche muy oscura
y ella, entre las más densas nubes
buscó la blanca y cándida espuma
pero nunca la encontró,
el mar estaba dormido 
y esa noche no soñó.

La luna no te encontró,
tú estabas muy escondida 
acurrucada en la palma
de una cocotera altiva
que estaba, quieta y tarda,
pues elle estaba dormida.

La luna se va marchando,
pues su hora se aproxima
y el mar se va despertando,
se desperezan sus olas
y con ellas sus espumas
que estaban muy dormida
en brazos de posidonias 
y caracolas escondidas.

A ti, te despertó 
la claridad de la aurora,
y la música de las olas
que en las orillas rompían.
Mas tú, suspicaz y soñadora 
aún buscabas a la luna
en los penachos de espumas
de las más altas olas.

La luna, tu luna ya se marchó 
cuando se acercó la aurora
llorando va entre las nubes
por encontrarse muy sola.  

Y, cuando se alejaba escuchó
la letra de una copla 
que un marinero cantaba 
subido, en lo alto de la cofa 
de ese barco velero 
que va recortando olas
y lleva rumbo certero 
impulsado por las brisas
de un viento que es; 
bonancible y sincero 
que, en vez, de rugir sonríe.

… gaviota no estés triste 
porque recoja mi ancla,
porque aproe y enfile
a la angosta bocana
del puerto que queda 
solo y tan triste.

Gaviota escucha lo que te digo. 
Tú nunca serás mí gaviota,
ni yo tu barco velero,
que yo tengo en otro puerto,
en un puerto extranjero,
mi gaviota querida.
Gaviota de mis sueños
la que cura mis heridas,
la que remienda mis velas
en la que busco consuelo,
y pasa las noches en vela
cuando no estoy en su puerto.

Gaviota no estés triste
que un día encontraras tu velero…

Y el mar siguió con sus sueños,
y el velero se hizo a lo lejos 
más pequeño y sus velas 
se perdieron
donde el mar se hace cielo 
y el cielo se vuelve mar.    

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