17 jun 2018

VÍA DE LA PLATA. ZAFRA - MÉRIDA

Frío hace frío, 
y aún el día no se muestra 
el Monte de los Santos tan 
es solo es una sombra.

Santos de Maimona 
en este momento despierta, 
cuando los cuatro entramos 
después de bajar la cuesta 
y sus calles atravesamos 
para pisar, dura tierra.

La Calzada es llana y cómoda, 
camina entre corrales y huertas 
y luego en el baldío hace su entrada 
y aún el camino sueña.

Los olivares y viñedos 
al camino acompañan 
y le acercan muy despacio 
hasta llegar a Villafranca.
El camino cruza vías, 
carretera y autovía, 
la calzada se desvia 
y por un ancho camino 
entra muy solo en la Villa.

La Virgen Coronada 
está presente en su templo. 
Ella es la Reina del contorno.
Ella es su más preciado tesoro.

El camino tras de sí deja 
a Villafranca y se adentra 
entre viñedos, 
con las cepas bien cuidadas, 
a la izquierda Almendralejo 
y al frente Torremejia.

Torremejia a recibirnos sale 
y nos da la bienvenida, 
en el contemplamos 
el palacio de la villa 
que en su fachada tiene 
laudas y estatuas romanas 
con argamasa adheridas.

El camino sigue el trazado 
de la carretera y la autovía 
y se hace duro, monótono y largo 
y a lo lejos alquerías que van
al camino contemplando.

¡Por fin! 
El camino se olvida de la carretera 
y camina por los campos de pan 
con suelo de arena y de piedras
no muy cómodos de andar.

Se nos muestra la Emérita Augusta 
y el Guadiana cercano 
su puente romano con sus 60 ojos 
parece un gusano.

Cruzamos el puente romano, 
la alcazaba mora y la capitolina loba 
nos saludan a los cuatros
antes de entrar en Mérida.

Mérida, su anfiteatro, su arco Trajano, 
su templo romano, su acueducto 
el de los milagros, su, su…

Todo en Mérida es un regalo.

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