25 feb 2019

EL SOL DE MI...

...INVIERNO.
Hace ya algunos años
sin darme cuenta llegó
a mí el invierno del final 
de mi carrera. 
El invierno frío del desabrigo 
de mi presencia
sobre esta tierra.

Siento la carencia del sol 
en las mañanas de mi invierno 
que cada día está más dentro 
de mí y en mi presencia
siento su frío, siento su
fuerza y mi desasosiego.

Ese invierno que entró en mí, 
poco a poco, día a día, mes a mes, 
año a año en un sueño
y en mí se quedó sujeto. 
Entro en mí para quedarse 
hasta el final cierto.

Ese sol suave y tierno, 
inocente y cariñoso, 
es, como un niño que acepta 
los mimos y las caricias 
del que se siente más cerca.

Ese sol que cada día 
me acaricia y lo acaricio. 
Ese sol de mi invierno 
que besa tiernamente 
mi piel con su suavidad 
con su cariño y ternura, 
con su mimo y su dulzura.

Ese sol de mi invierno, 
algunos días tan esquivo, 
tan huraño, tan arisco, 
pero es mi amigo y lo busco, 
y lo espero.
Para verlo cada día 
le espero sentado en el banco 
de mi paseo, donde cada mañana 
me siento y espero.

El sol del mediodía en mi invierno es; 
como lo diría. 
Es un niño malo, travieso e inquieto.
A veces llega y me castiga 
y no lo aguanto 
y él me obliga a abandonarlo. 
Otros días me desespero 
mientras le espero y él sigue 
jugando al escondite entre las nubes;
Es su desquite, cuando no juego.

Sea como sea, 
me quiera o me agravie 
que no me falte 
el sol de mi invierno, 
que no me falte que, 
que es mi amigo 
y yo lo espero cada mañana 
sentado en mi banco 
de la alameda donde paseo. 

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