En ese mar donde
duermen
los sueños olvidados.
En esas aguas en las que
se bañan
tu pasado y mí pasado.
En ese mundo que fue un
día el tuyo y mío.
Sí, en este mundo que
ahora está
para nosotros triste y ya casi perdido.
¡Ahí¡ te encuentro yo, y a ti te hablo,
en futuro, en pasado y presente hijo mío.
Cuántos sueños quedaron
olvidados,
cuántos proyectos se convirtieron en humo.
Cuantas lágrimas
cruzan y han cruzado
los rostros arrugados
que tantas veces tú
besaste
y tanto has querido.
El tiempo pasa
lentamente
aunque las fechas llegan
incesantes.
Tú hijo mío ya no estás,
no estás conmigo, amor mío.
Te busco en todas partes
y aunque te veo al
instante,
cuando intento abrazarte
tú te has ido
y yo no puedo, no
puedo
ni he logrado alcanzarte.
Me siento en lo alto de
un acantilado
y miro hacia el mar
que está sereno
y observo a través de sus aguas
tranquilas y cristalinas
por
ver si yo te encuentro.
Una racha de brisa
marina
besa mi rostro avejentado y surcado
por el paso del tiempo y el dolor,
son surcos qué ahonda en mi rostro
las lágrimas que guardan tanto amor
causadas por tu ausencia y el dolor.
La tarde va cayendo ya vuelven a dormir
gritonas gaviotas es hora de decirte
adiós cariño mío, duerme,
duerme feliz entre las olas.
Este día se ha ido y no me importa.
Mañana volveré hablar contigo,
hablándole a las crestas de las olas.
David hijo mío, amor mío.


No hay comentarios:
Publicar un comentario