Hola
David, hola amor mío.
Cómo
te encuentras cariño
en ese lugar ignoto,
donde dicen que moran
los que un día se
fueron
y nunca más,
de ellos hemos sabido.
El
viento, la lluvia, la nieve, el frío…
el
dolor, la pena y desesperanza,
habitan
en los corazones
de los que lloran tu marcha.
Tienen al dolor atenazando sus almas
la pena aferrada en sus pechos
nudos que cierran sus gargantas,
arroyuelos permanentes salobres
que surcan sus tristes caras.
Desde
el día en que partiste
por ese incógnito camino
en nosotros, aquellos
que te quieren y te han querido
se alojó la duda y el temor
a
que el correr del tiempo
las penas y el dolor
se transformen en olvido.
Yo
no dejo de buscarte,
no dejo yo de llamarte
pero hallarte no he podido.
Solo
tengo la esperanza
que puedo hablar contigo
y tengo la confianza
de que mis torpes palabras
te llegan a ti amor mío.
Mis palabras emanan
de mi corazón y mi alma.
Contigo me comunico
desde mis cinco sentidos.
Te
hablo con las palabras,
cuando pienso en ti hijo mío,
te hablo con mi mirada
que te
busca en cualquier sitio,
te hablo yo, con mis manos
que recuerdan las
caricias
que te hicieron hijo mío
y que yo, día a día las revivo.
Te hablo yo en mis sueños
cuando sueños yo contigo
te hablo yo cuándo estoy,
a solas conmigo mismo,
te hablo yo cuando escucho
en mi hogar
cualquier ruido o murmullo.
Te extraño y te añoro
no sabes cuánto, cuánto hijo mío.
David te has ido, pero siempre
estás conmigo.
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