24 ago 2012

GAVIOTA IV


 GAVIOTA IV (EL FINAL)

Han pasado los años, mi vista cansada, 
mi cuerpo curvado, mis cabellos ralos, 
mis manos temblosas, mi rostro arrugado, 
mis sueños de antaño ya casi olvidados, 
pero cada día de invierno, otoño, 
primavera, verano yo vuelvo a mi playa, 
la sigo buscando, observo las crestas 
de espumosas olas que siguen llegando, 
miro hacia los cabos de los altos palos 
de algún velero que hay atracado, 
detengo mi vista en los farallones 
del acantilado.

La busco, la busco, la sigo buscando. 
Yo busco a mi gaviota que marchó hace años 
y el pasar del tiempo nunca ha borrado 
en mi sus recuerdos de aquellos tiempos 
que juntos pasamos, ni mi amor por ella 
no correspondido y muy añorado.

Y paso los días buscando, las noches las paso, 
llorando en silencio y a veces con ella soñando.
Y mi gaviota, quizás ha encontrado 
ese amor de ardiente fuego con el que ha soñado.

Yo en mi desespero la sigo esperando, 
y quizás no vuelva más yo, la sigo buscando.

Una tarde de otoño, los barcos varados, 
las redes al viento secando. El tiempo es malo, 
la playa vacía, las olas lavando la arena 
y mis pies mojando, sentado en una barca 
la sigo esperando.

El susurro del mar me ha amodorrado, 
no hay ningún velero que este navegando, 
tan solo olas y espuma en los acantilados.
Y miro y miro hacia cualquier lado 
por ver si la veo, por ver si escucho 
su grito añorado.

El día es muy triste el cielo plomizo, 
el mar alterado y una tenue brisa cargada 
de invisible lluvia mi cuerpo ha mojado.
Cansado de mirar, decido dejarlo 
y vuelvo a mi hogar, como cada día 
desde hace años, vacio, abatido 
muy solo, muy triste y desesperado.
Pienso que ella jamás volverá de nuevo a mi lado. 
Vuelva o no vuelva yo; la seguiré amando.

Cierro mis ventanas, no quiero escucharlo, 
no quiero escuchar mi mar enfadado. 
Me siento a leer a pasar el rato 
las horas tan lentas de un día de otoño. 
Un día melancólico, un día, como tantos.
Creo que dormía, quizás; estaba soñando 
con mi gaviota, la añoro yo tanto.
Escucho que tocan en el ventanal 
que tiene mi cuarto. Pienso; 
será el viento, quizás algún pájaro 
que se ha despistado.
Más siguen insistiendo cada vez más fuerte 
tocando y tocando.
Despierto del sueño que estaba soñado 
y abro el ventanal que tiene mi cuarto. 
Es mi gaviota la que está llamando. 
Es mi gaviota la que se ha posado 
y está esperado a que yo la reciba 
con un tierno abrazo.

Y aquel mi sueño, mil veces soñado
se ha realizado.

Mil y una pregunta la he formulado 
y ella muy seria no me ha contestado. 
La miro, la acaricio y he observado, 
que también por ella el tiempo ha pasado.

Después de unos días tranquilos y calmados 
me dice muy seria que el tiempo ha pasado 
y solo desea pasar su vida, su vida a mi lado.
No sé si abrazarla, con mimo y cuidado, 
no sé si arrojarla lejos de mi lado, 
no sé lo que haré, lo sigo pensando, 
y esto yo lo pienso hace, hace varios años.
Lo pienso, lo sigo pensando. 

Y mi gaviota sigue paseando 
conmigo en mi playa y en mi mar volando.

Quizás nunca más, se aleje; nunca más se aleje,
ella de mi lado.

 

1 comentario:

Eva Margarita Escobar Sierra dijo...

Hola Rodri:

¡Preciosa!. ¡Simplemente preciosa!. Siempre te lo he dicho. Siempre te lo he dicho, la última supera a la anterior.

Sigue así, mi Poeta preferido Sigue por este camino. de sueños de ilusiones y has vivir a otros con tu lírica, HISTORIAS HERMOSAS.
Tu amiga de América,
Eva