... CON SU CRUZ DE PIEDRA.
La tarde era dura, las sombras
siniestras,
en la espesura del bosque de piedra
solo se escuchaba gritar a la tierra,
y el tierno balido de alguna oveja.
Debajo de un solitario roble
una cruz de piedra enhiesta
juega con las brisas de los cuatro puntos
que por allí se acercan.
La sombra del roble escucha inquieta
el cantar de una fuente que está,
muy cerca, muy cerca.
El agua cantaba la monótona letra
que cantan las fuentes de un bosque
de piedra.
Entre los berruecos de aquella
sierra
saltan, triscan, balan
los tiernos corderos
de ovejas viejas.
Una pastora vestida de negro
pastorea y brega el hato de borras
entre esas piedras.
Se acercó al roble y en la cruz
enhiesta
colocó un ramo de flores sencillas y
bellas,
rezó, una oración y dejó dos
lagrimas
sembradas en la tierra y, plantó
un beso de amor que brotó de su alma
en la tierra fértil movida y aún fresca.
Mientras se adentraba en lo más profundo
de aquella sierra siguiendo el
ganado,
seguía llorando, llorando su gran pena.
Debajo del roble una cruz de piedra
marca el lugar donde la pastora
dejó para siempre lo que más quisiera.
1 comentario:
HOLA: ES MUY HERMOSA ESTA POESÍA. COMO TODAS LAS TUYAS.
Eva Margarita
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